La terapia de regeneración aumenta el flujo arterial de los tejidos que producen factores de crecimiento vasculares. Estos determinan la formación del músculo liso vascular y permiten la elasticidad vascular. También producen una mayor acomodación del volumen sanguíneo reduciendo la resistencia vascular.

​

Este proceso permite que la tensión arterial, sobre todo la diastólica (que produce el mayor deterioro orgánico), tienda a normalizarse. Se reduce el mal funcionamiento de los órganos y baja el grado de dilatación de las paredes ventriculares y las posibilidades de accidentes cerebro vasculares. Se recupera una mayor oxigenación de tejidos acelerando los procesos de regeneración tisular y se reparan las úlceras.

 

A nivel venoso evita la progresión de las varices al aumentar la elastina y fortalecer la pared venosa. El retorno venoso aumenta significativamente. Reduce las retenciones tisulares de líquido y baja el edema. Además se reducen las citoquinas proinflamatorias y desaparecen los trastornos dermatológicos como: piel secas o agrietadas y menos quebradizas